jueves, 29 de septiembre de 2016

Receta para un asesino serial (V)


Chicas universitarias estaban desapareciendo, los años 70’s representaron para la sociedad norteamericana la libertad o libertinaje, es por ello que el fenómeno de las desapariciones no despertaba las sospechas de que algo grave estuviera pasando.

Ted Bundy no sólo abordaba a sus víctimas en las calles o pidiendo aventones como solía ocurrir en aquel entonces, entraba a los dormitorios de las jóvenes, las encontraba en las carreteras, en los centros comerciales, y distintos puntos de reunión de estos, elegía a sus objetivos y cumplía su cometido.

Aparecía con un brazo cubierto con una férula de yeso y pedía ayuda, el encanto de Ted no dejaba lugar a sospechas, puesto que no sólo su lenguaje las conquistaba, también el carisma y belleza varonil que lo caracterizaba, este hombre de 1.78 de estatura, tez blanca, cabello negro y ojos azules lograba someter a sus víctimas fácilmente, no sólo por sus conocimientos en psicología sino por la superioridad en fuerza.

Podría decirse que Ted fue un asesino nato, una tía en entrevista recordaría un hecho traumatizante, comentó que en una ocasión se recostó junto a su sobrino para dormir la siesta, pero al despertar estaba rodeada de cuchillos de cocina mientras que el pequeño yacía cerca de la cama sonriendo. Su madre al casarse tuvo otros cuatro hijos, sin embargo su primogénito nunca creó lazos afectivos con su familia y su infancia y adolescencia estuvieron llenas de anomalías, desarrolló una sociopatía que lo marcaría para siempre y lo convertiría en el dueño de la clasificación asesino serial.

Sólo asesinó mujeres de las cuales, muchas, desaparecieron sin dejar huella puesto que ni en el juicio quiso revelar el número total de sus víctimas, pero sí contó la forma en que les quitaba la vida, tenía un concepto anormal del placer, durante los interrogatorios respondía a las preguntas con frivolidad, porqué las matabas le preguntaban, “saben, no hay nada más placentero que atar a una hermosa mujer a la cama y mientras la violas, le dices que se va a morir, me sentía como Dios”, de muchas se desconoce el paradero a la fecha, Ted llegó a dormir entre los cadáveres, algunos cuerpos los guardaba durante días en su departamento hasta que las arrojaba en precipicios o sitios alejados para que nunca las encontraran.

A pesar de haber sido detenido, logró escapar en dos ocasiones, posiblemente hubiera permanecido en libertad, pero el instinto criminal lo llevó a seguir asesinando, la última persona en toparse con la ira de Bundy, sería una niña de entre 12 y 13 años, horas después fue detenido por agentes policiales, a su aprehensor le pidió que lo asesinara porque no deseaba seguir matando.

El concepto de asesino serial es descrito por Octavio A. Orellana Wiarco en su obra Criminología Moderna y Contemporánea de la siguiente manera … “es difícil de delimitar, para algunos expertos en el tema, es aquel que comete más de un homicidio con lapsos de tiempo entre cada delito. Se discute qué cantidad de víctimas requiere para recibir el calificativo de ‘serie’ o ‘cadena’ así algunos criminólogos consideran que  bastan tres o más homicidios con un periodo de tiempo entre cada uno de ellos durante el cual, el asesino, satisfecha la pulsión psicológica, nuevamente va acumulando ‘energía homicida’ para realizar otro delito”.

Y continúa, “se admite que al asesino serial, además del número o cadena de víctimas para ser considerado como tal, debe obrar por motivaciones sexuales y actúa generalmente con sadismo. El homicidio sexual, delito cuyo impacto ha crecido en la sociedad, es el asesinato de una persona en un contexto de poder, sexualidad y brutalidad”.
Al referirse a los antecedentes históricos Orellana Wiarco señala “El homicida en serie parece ser, por sus características, un fenómeno moderno, un síntoma de la soledad en medio de la sociedad; un problema de la civilización de las sociedades desarrolladas contemporáneas…”

Si analizamos con detenimiento estos argumentos podríamos estar de acuerdo sin generalizar, puesto que en su vida, Bundy estuvo rodeado siempre de personas que lo amaban, su madre estuvo hasta el último momento con él y mujeres nunca la faltaron, ya en prisión y condenado a muerte no dejaba de recibir cartas de sus admiradoras, incluso contrajo matrimonio con una de ellas.

Pero hay otros casos que dan la razón al autor citado, otro personaje escalofriante es Jeffrey Dahmer, mejor conocido como “el carnicero de Milwakee”, pero Jeff merece atención detallada y es un caso que abordaremos en la siguiente ocasión.

Continuará...

Por: María Reyes / @Agnte_1

Envuelto en misterio el caso Karla Daniela

Por Armando Calderón Consternación, indignación, incertidumbre, odio y otros sentimientos que terminaron en felicidad cuando rea...