Año con año, los casos de cáncer de mama se incrementan de forma más rápida en países ricos que en aquellos con economías en desarrollo. Si bien las causas de este aumento son múltiples, es un problema que tiene fuerte relación con los estilos de vida, ya que únicamente 10% de los casos pueden ser explicados por mutaciones hereditarias de los genes BRCA1 y BRCA2, los cuales se han relacionado al desarrollo de esta enfermedad (Adams, 2013). Los hombres con estas mutaciones, principalmente del gen BRCA2, tienen mayores posibilidades de presentar cáncer de mama respecto de otros varones (Instituto Nacional del Cáncer, de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., 2015). Cabe resaltar que el aumento de casos en los países desarrollados puede deberse a un mejor diagnóstico dadas las condiciones de sus sistemas de salud, ya que la mortalidad por cáncer de mama tiende a ser mayor en los países de bajos ingresos (Davis Tsu, Jeronimo y Anderson, 2013), lo que podría indicar que los casos, cuando se detectan, es en fases tardías de la enfermedad.
A nivel mundial se estima que cada año se detectan 1.38 millones de casos nuevos y hay 458 000 decesos por esta causa, siendo el tipo de cáncer de mayor incidencia entre las mujeres (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2016b). Por su ocurrencia, así como por la importancia del diagnóstico temprano para su tratamiento oportuno, es que se ha puesto énfasis en la sensibilización hacia esta enfermedad.
Debido a lo anterior, durante el mes de octubre se conmemora alrededor del mundo el mes de sensibilización sobre el cáncer de mama, y el 19 del mismo, el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, con el que se busca no solo apoyar a las mujeres que lo padecen, sino informar a toda la población (incluidos los prestadores de servicios de salud) sobre la importancia de las acciones para su detección oportuna (conocimiento y exploración de las mamas y la realización de mastografías), así como vencer el estigma y la discriminación que pueden ser obstáculo para buscar tratamiento ante la identificación de un bulto, protuberancia o cambio en las mamas (OMS, 2012 y 2016b). Como símbolo de esta lucha se emplea un listón rosa en alusión a pacientes y sobrevivientes del cáncer de mama, el cual se utilizó por primera vez en 1991 durante una carrera organizada en Nueva York por la Susan G. Komen Breast Cancer Foundation (Instituto Mexicano del Seguro Social [IMSS], 2015; Pink Ribbon International, 2015).
En aras de contribuir al conocimiento epidemiológico de esta enfermedad en la población mexicana de 20 años y más, y en conmemoración de esta fecha, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía presenta el siguiente panorama nacional del cáncer de mama, en el que se abordan datos de morbimortalidad.
Como preámbulo a este análisis es importante señalar que en el país, según datos de la Dirección General de Información en Salud (DGIS), dependiente de la Secretaría de Salud, en 2014 hay 689 mastógrafos a nivel nacional en instituciones públicas de salud, observándose la mayor concentración en la Ciudad de México (126), seguida de Jalisco y el Estado de México (55 y 44 respectivamente), mientras que Morelos y Nayarit solo cuentan con tres mastógrafos. Respecto del total de estudios de mastografía realizados por las instituciones públicas, los mayores porcentajes se observan en la Ciudad de México (29.4%), Veracruz (6.7%) y Nuevo León (6.3%), mientras que el porcentaje más bajo (0.4%) corresponde a Colima.
Del total de mastógrafos, 6.1% corresponden a unidades móviles (SSA, DGIS, 2015), que son remolques que cuentan con las áreas de recepción, vestidor, mastografía y digitalización, así como con personal competente para realizar tamizajes por mastografía, y con los que se busca incrementar la cobertura de detección temprana entre las mujeres de 40 años y más residentes de localidades de difícil acceso o que de forma cercana no cuentan con una unidad médica que ofrezca este servicio (Secretaría de Salud [SSA], 2015).
MORBILIDAD
El cáncer de mama, al igual que otros tipos de cáncer, se origina por la mutación de células, las cuales crecen de forma anormal y desordenada, y se pueden diseminar a otras partes del cuerpo. Debido a la estructura de las mamas, este tipo de cáncer generalmente se desarrolla en los conductos lactíferos (carcinoma ductal) o en los lobulillos (carcinoma lobulillar), glándulas donde se produce la leche materna (Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud [CENETEC], SSA, 2009; MedlinePlus, 2015).
Con excepción de los casos relacionados a las mutaciones de los genes BRCA1 y BRCA2, el resto no tiene causa específica. Incluso en aquellos en que existe un antecedente familiar directo, esto solo multiplica el riesgo pues entra en combinación con más factores entre los que destacan: el consumo de alcohol, la obesidad, el uso prolongado de ciertos anticonceptivos orales, inicio temprano de la menstruación o menopausia tardía, primer embarazo posterior a los 30 años o nuliparidad, todos ellos causantes de elevar los niveles de estrógeno en sangre, lo que estimula el crecimiento de tumores en la mama. Asimismo el sedentarismo, una alimentación rica en carbohidratos y grasas animales o trans y el tabaquismo, son factores de riesgo para este y otros tipos de cáncer (OMS, 2016a).
Entre más temprano sea diagnosticado, el tratamiento es más oportuno, por lo cual es de suma importancia que las mujeres se realicen la autoexploración mamaria, que es una de las formas en que pueden reconocer signos anormales como cambios en la piel o en la forma del seno, bultos de consistencia dura, de bordes regulares o irregulares, hundimiento del pezón o secreciones. Igual de importante es que los servicios de salud realicen cribados entre la población, esto es, la implementación de pruebas de tamizaje (mastografías) que permitan detectar el cáncer de mama entre las mujeres aunque no presenten signos o síntomas. La mastografía es el estudio que permite revelar anormalidades en el tejido mamario, aun cuando los tumores son tan pequeños que por medio de la autoexploración no se pueden detectar, y con ello ayudar en el diagnóstico preciso de la enfermedad (CENETEC, SSA, 2011; OMS, 2016a).
En el país, según la Norma Oficial Mexicana NOM-041-SSA2-2011 Para la prevención, diagnóstico, tratamiento, control y vigilancia epidemiológica del cáncer de mama, los servicios de salud deben realizar el examen clínico de las mamas (palpación mamaria) a las mujeres desde los 25 años de edad; esto, además de permitir la identificación de alguna anomalía, ayuda a determinar la edad de inicio de las mastografías, sobre todo en casos con antecedentes familiares. Por su parte, la prueba de tamizaje se debe realizar cada dos años en mujeres de 40 a 69 años de edad con o sin signos o síntomas. Para mujeres con antecedente personal de cáncer de mama, como medida de seguimiento se realizará cada año, incluyendo a aquellas de 70 y más años (Diario Oficial de la Federación [DOF], 2011). El siguiente paso después de una mastografía en la que se observe alguna alteración, es la confirmación diagnóstica por medio de una biopsia.
A nivel mundial, el cáncer de mamá es el más común entre las mujeres y representa el 16% del total de los casos de cáncer para esta población (OMS, 2016a). En 2014, del total de casos de cáncer diagnosticados en la población mexicana de 20 años y más, el de mama es el de mayor presencia con 19.4 por ciento. Por sexo, el tumor maligno de mama en los hombres solo representa 1% del total de casos de cáncer; por otra parte, tres de cada 10 mujeres de 20 años y más con cáncer, tienen cáncer de mama, lo que lo ubica en el primer lugar de los tumores malignos para este grupo poblacional.
Respecto a la incidencia del tumor maligno de mama a nivel mundial, se observa que las tasas varían por regiones, pero la tasa normalizada por edad para América del Norte es de 99.4 casos nuevos por cada 100 000 personas (OMS, 2016b). En México, para el año 2015, la incidencia de tumor maligno de mama entre la población de 20 años y más es de 14.80 casos nuevos por cada 100 000 personas, observándose una ligera disminución en comparación del año previo, en que la tasa era de 15.39 casos nuevos.
Por sexo, aunque tampoco hay una tendencia durante este periodo, de igual forma se observa una ligera disminución de los casos nuevos de cáncer de mama del año 2014 al 2015. Así, la incidencia entre las mujeres de 20 años y más pasa de 28.75 a 27.90 mientras que en los varones, de 0.64 a 0.33 por cada 100 000 personas de cada sexo. Cabe señalar que el dato de 2014 para las mujeres es el más alto del periodo, mientras que en los varones, la incidencia correspondiente al año 2011 es la más alta en la serie (0.70); sin embargo, de forma general se ha mantenido en un caso nuevo por cada 100 000 varones durante nueve años.
Se ha observado que el desarrollo de esta enfermedad puede estar influenciado por la edad. En las mujeres se incrementa el tiempo de exposición a los factores de riesgo ya sean exógenos (por ejemplo, los estrógenos) o endógenos (estilos de vida), y así, las probabilidades de padecerlo aumentan con la edad. Diversas instituciones consideran que en la etapa posterior a la menopausia, sobre todo cuando es tardía o alrededor de los 55 años de edad, es el momento en que se incrementa notablemente el número de casos detectados (American Society of Clinical Oncology [ASCO], 2014; Ministerio de Salud [MSAL], República Argentina, s. f.). En cuanto a los varones, generalmente se detecta en edades más avanzadas, con mayor frecuencia entre los 60 y 70 años de edad y porque llegan a los servicios de salud con bultos en alguna mama, piel con hoyuelos, roja o escamada, o secreción de líquido por el pezón (MedlinePlus, 2016).
En el país, para 2015, se observa un incremento de la incidencia de tumor maligno de mama con la edad para ambos sexos. En las mujeres, la incidencia alcanza su punto máximo en las del grupo de 60 a 64 años (68.05 por cada 100 000 mujeres de ese grupo de edad), y posteriormente desciende en el grupo de 65 y más años; mientras que el mayor incremento se observa entre las mujeres de 25 a 44 años y aquellas de 45 a 49 años, ya que los casos nuevos pasan de 13 a 50 (por cada 100 000 mujeres de cada grupo de edad, respectivamente). En cuanto a los hombres, se mantiene la tendencia a la alza con la edad, pero el incremento es mínimo al pasar de 0.08 (20 a 24 años) a 0.93 (65 y más años) por cada 100 000 varones de cada grupo de edad.
Debido a que la incidencia del cáncer de mama en los varones es muy baja, los siguientes análisis se enfocarán en la situación de las mujeres.
Por entidad federativa, se observa que en 2015, el cáncer de mama tiene mayor incidencia en los estados de Colima, Campeche y Aguascalientes (101.08, 97.60 y 96.85 casos nuevos por cada 100 000 mujeres de 20 y más años, respectivamente), mientras que en el otro extremo, se encuentran los estados de Tlaxcala (8.41), Guerrero (6.82) y Chiapas (4.94), con menos de 10 casos nuevos por cada 100 000 mujeres durante el año señalado.
Una medición que da cuenta de la agresividad del tumor maligno de mama es la tasa de letalidad hospitalaria por esta enfermedad, la cual es una expresión de la relación entre las personas fallecidas y los egresos hospitalarios por dicha causa. En México, durante 2014, se observa que desde los 20 años de edad (exceptuando a las mujeres del grupo de 25 a 29 años) y hasta los 74 años, hay dos fallecimientos por cada 100 egresos hospitalarios de cáncer de mama; a partir de los 75 años y más, la cifra sube a tres de cada 100 egresos por esta causa.
Es importante hacer mención que el tratamiento del cáncer de mama respecto a otros tipos de cáncer, es de los más exitosos, principalmente porque se combinan modalidades terapéuticas (quimioterapias y hormonoterapia; mastectomía y quimioterapia; cirugía y radioterapia, etc.), dependiendo de la extensión y localización del tumor maligno (OMS, 2004).
Sin embargo, ante un diagnóstico de cáncer avanzado, cuando se ha diseminado la enfermedad a otros órganos, generalmente pulmones, hígado, huesos y cerebro (metástasis), la atención se concentra en el tratamiento paliativo, con el cual se busca brindar alivio mediante el manejo del dolor, y tratando de mantener la mejor calidad de vida y dignidad para la persona (Susan G. Komen for the Cure, 2009).
MORTALIDAD
El cáncer de seno es parte del grupo de enfermedades crónico-degenerativas que tienen tratamiento y posibilidades de curación, pero que por diversas complicaciones puede ser causante de la muerte de quien lo padece. La OMS (2013) señala que por tipo de cáncer, el de mama es responsable de más muertes entre las mujeres de 20 a 59 años a nivel mundial. En 2012, se le atribuyen 521 000 fallecimientos (OMS, 2015), los cuales ocurren principalmente en países en desarrollo.
En 2014, en las mujeres de 20 años y más, es entre quienes se observa el mayor incremento en la tasa de mortalidad por tumor maligno de mama en el país en comparación con años previos, siendo de 15 defunciones por cada 100 000 habitantes de ese grupo de edad, dato que contrasta con el año 2013, debido a que en ese año la tasa había tenido un descenso a 14 fallecimientos.
En el análisis de la mortalidad por grupo de edad en 2014, se observa que conforme se incrementa la edad de la mujer aumentan los fallecimientos a causa del cáncer de mama; mientras que en el grupo de mujeres de 20 a 29 años de edad se presenta un fallecimiento por cada 100 000 mujeres de ese grupo de edad, entre las mujeres de 80 y más años son 65 fallecimientos. Esta tendencia puede deberse a la respuesta inmunológica del cuerpo al tratamiento, a posibles diagnósticos tardíos, o bien una posible recurrencia de la enfermedad, esto es la ocurrencia de un nuevo cáncer en la zona, en nódulos linfáticos o como metástasis.
Finalmente, en el análisis de la mortalidad por cáncer de mama por entidad federativa, para el mismo año se encuentra que los estados de Chihuahua, Nuevo León y la Ciudad de México tienen más de 20 fallecimientos a causa de esta enfermedad por cada 100 000 mujeres de 20 y más años de edad (25.91, 22.40 y 21.41, respectivamente), siendo Campeche la entidad con la tasa más baja (5.86 muertes por cada 100 000 mujeres del mismo grupo de edad), le siguen Oaxaca y Quintana Roo, con menos de 10 muertes a causa del cáncer de mama por cada 100 000 mujeres.
TRATAMIENTO PSICOLÓGICO
Es importante señalar que el tratamiento de esta enfermedad no se limita al aspecto físico sino que debe contemplar el ámbito psicológico. De esta forma la NOM-041-SSA2-2011 Para la prevención, diagnóstico, tratamiento, control y vigilancia epidemiológica del cáncer de mama, destaca las directrices mínimas que los servicios de salud deben contemplar sobre la consejería y el acompañamiento emocional. Tanto pacientes como familiares deben tener la oportunidad de aclarar todas sus dudas respecto a la enfermedad, tratamiento y pronóstico; con el acompañamiento emocional se busca que las pacientes puedan explorar y expresar todos los sentimientos que surgen al momento del diagnóstico, ante las opciones de tratamiento (posible mastectomía y efectos físicos de quimio y radioterapias) y el seguimiento posterior a este (DOF, 2011).
Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía