“Tu primer asesinato, es como tu primer amor, nunca lo olvidas. Entre más cercana la persona, más emocional es matarla”
Alexander Pichushkin
El caso de Alexander Pichushkin es bastante singular, al igual que otros asesinos seriales contaba con los distintos rasgos de los trastornos de personalidad. Manipulador, frío, inteligente, sociable, violento, distante y sin respeto a los derechos de los demás, son sólo algunas de las características de este personaje.
Pocas personas entenderían la mente de Alexander, incluso los mismos especialistas, psiquiatras, criminólogos, psicólogos dudaban de sus propias teorías, puesto que no cumplía con los requisitos del asesino serial, no sufrió maltrato, tenía mascotas a las que no lastimaba, era amable con las personas, tenía amistades y sus víctimas no sufrieron agresiones sexuales, sin embargo buscaba ser diferente, hacer algo distinto de su vida, no quería algo común y fue un propósito que no tardaría en cumplir.
En su adolescencia conoció la historia criminal de Andrei Chikatilo a quien a pesar de admirarlo, se propuso superar y esta idea macabra rondó en su cabeza hasta que comenzó a matar: hombres, mujeres, niños, no hacía diferencia en su elección, no había un patrón conductual determinado como ocurría con otros criminales similares. Su firma: romper con un martillo el cráneo de quien se atravesara, para luego introducir una botella de vodka en el hueco que habría dejado a sus presas.
El vodka, es la bebida típica de Rusia, como en México lo es el tequila, se sentaba en el parque, escenario de sus actos, e invitaba a tomar a las personas, contaba historias que parecieran tristes y lo escuchaban sin titubear, jamás sintieron que podrían desconfiar. De su última víctima, él mismo refirió: “Estuve ahí sentado junto a ella realmente solos, pensando si matarla o no, al final decidí matarla, porque sentí que si no lo hacía la vida se convertiría en un verdadero martirio”, la falta de empatía de Pichushkin revela el poco respeto hacia la vida de sus congéneres.
Durante las investigaciones que duraron meses, las autoridades lo llevaron a recrear sus crímenes sin permitirle el gozo de revivirlos, siempre esposado a un agente, recorrió los puntos, incluso, mostró a los policías los restos de otras víctimas de las que no se sabía nada, es por ello que antes del juicio, Alexander reclamó a los investigadores señalándolos de vagos que no trabajaban.
Ya en el proceso, habló sin remordimientos, frío y conciso, daba los detalles necesarios y al momento en que su juzgador le preguntó si se arrepentía de algo comentó: “Sí, me arrepiento de que me arrestaran tan pronto, estaba pensando matar a otra mujer a los dos días”.
A Pichushkin también se le conoce como "El asesino del tablero de ajedrez", ya que era en éste, donde marcaba el número de víctimas, al momento de ser atrapado, tenía marcada la casilla número 61, se enfureció por el hecho de que las autoridades responsables de investigar no hubieran encontrado el resto de los cuerpos, a fin de que le acreditaran una especie de récord.
Fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional el 24 de octubre del 2007. Los primero 15 años, los pasaría en una celda completamente aislada, nunca pidió perdón a las víctimas ni a sus familias.
Sus crímenes comenzaron en 1992, cuando arrojó a una alcantarilla a un amigo y compañero de la escuela, sólo por haberse negado a acompañarlo en sus asesinatos.
El hambre de admiración, típico de los narcisistas, es lo que llevó a Alexander a mostrar los cuerpos de sus víctimas. Cabe señalar que es precisamente este absurdo complejo de superioridad el que los lleva a ser descubiertos, puesto que tarde o temprano esperaran que las personas los recuerden, las víctimas resultaron ser escalafones para elevar su ego, al igual que al asesino que aturdió Wichita en Estados Unidos durante 30 años, BTK, el estrangulador, el asesino, el poeta que se burlaba de los investigadores.
Continuará…
Por: María Reyes / @Agnte_1