La implementación del nuevo sistema penal acusatorio ha resultado un boom para nuevas disciplinas, la Victimología está en pañales, la Criminología da pasos seguros, pero lentos y la Criminalística como tal, sólo está siendo aplicada correctamente apenas en los años recientes.
Pocos han sido los atrevidos que escriben y enseñan la materia de Criminología, hermana colaboradora del Derecho Penal, los pioneros en esta ciencia han sido ejemplos poco vistos, el maestro Luis Rodríguez Manzanera, Quiroz Cuarón entre otros y más recientemente Wael Hikal, han publicado importantes obras relacionadas con la génesis de la conducta delictiva, Criminología Clínica y Criminología Psicoanalítica, Conductual y del Desarrollo respectivamente.
El objeto de estudio de esta materia es el crimen y el criminal, a pesar de las críticas a veces severas en ocasiones de políticos u organismos sociales que refieren que esta ciencia enfoca demasiado su atención en los sujetos que delinquen, sin embargo, descubrir el génesis del delito, ayudará a buscar soluciones reales y tangibles estudiando a los delincuentes en prisión a fin de saber de primera mano, qué los llevó a estar cautivos.
Es necesario hacer énfasis en la diferencia importante entre criminal y delincuente, el primero es aquel que violenta las normas sociales, costumbres etc., no así el delincuente, este último es el sujeto que trasgrede la norma previamente establecida en un Código, llámese la Constitución o los Tratados Internacionales de los cuales nuestro país es firmante, así como las leyes que de estos emanen.
Luego de aclarado el punto anterior, debemos preguntarnos, por qué hay personas que incurren en estas conductas que dañan a la sociedad?
Elías Neuman criminólogo argentino señala “El verdadero problema de la criminalidad se encuentra en ‘la exclusión’ social que hoy crece de manera alarmante con el neoliberalismo en que los de abajo, además, no importan, ni parece haber retorno a la dignidad del trabajo para ellos, sólo control social”. La frase anterior es citada por el maestro Octavio Alberto Orellana Wiarco en su libro “Criminología moderna y Contemporánea” editado por primera vez en el año 2012.
Así de cierta manera otros autores comparten esta opinión como Travis Hirschi, sociólogo y criminólogo estadounidense quien es citado en esta misma obra, señala “si un sujeto delinque, es porque se han debilitado o disuelto los lazos que lo unen a otros miembros de la sociedad, por intermedio de la familia, la escuela y el ambiente profesional. En tales casos, sólo un cálculo racional, podrá disuadirlo de delinquir, pero dado que el delito da gratificaciones más rápidas que el respeto a la ley, no hay muchas barreras para no cometerlo”. Este Control Social del que habla Hirschi es la prisión y con ello, el monopolio del poder por parte del Estado para mantener el orden y evitar que los distintos grupos sociales vivan en la anomia, aunque el simple hecho de llamarles ‘distintos grupos sociales’ es una forma de segregarlos e incitarlos a violentar las leyes.
Pero, no todo es miel sobre hojuelas, puesto que los sistemas penitenciarios, no sólo en nuestro país, están lejos de cumplir el cometido para el que realmente fueron creados, pues en muy pocas o nulas ocasiones se logra reinsertar al autor de algún delito en la sociedad, no sólo porque la privación de la libertad trae en sí consecuencias graves, sino porque no se cubren los aspectos básicos del ‘castigo’ como lo es el análisis completo y real de su persona, aunado al hecho de que es encerrado con delincuentes peores o re-insidentes, con lo que de una u otra forma se verá obligado a imitar las conductas que lo mantengan a salvo.
Elías Neuman criminólogo argentino señala “El verdadero problema de la criminalidad se encuentra en ‘la exclusión’ social que hoy crece de manera alarmante con el neoliberalismo en que los de abajo, además, no importan, ni parece haber retorno a la dignidad del trabajo para ellos, sólo control social”. La frase anterior es citada por el maestro Octavio Alberto Orellana Wiarco en su libro “Criminología moderna y Contemporánea” editado por primera vez en el año 2012.
Así de cierta manera otros autores comparten esta opinión como Travis Hirschi, sociólogo y criminólogo estadounidense quien es citado en esta misma obra, señala “si un sujeto delinque, es porque se han debilitado o disuelto los lazos que lo unen a otros miembros de la sociedad, por intermedio de la familia, la escuela y el ambiente profesional. En tales casos, sólo un cálculo racional, podrá disuadirlo de delinquir, pero dado que el delito da gratificaciones más rápidas que el respeto a la ley, no hay muchas barreras para no cometerlo”. Este Control Social del que habla Hirschi es la prisión y con ello, el monopolio del poder por parte del Estado para mantener el orden y evitar que los distintos grupos sociales vivan en la anomia, aunque el simple hecho de llamarles ‘distintos grupos sociales’ es una forma de segregarlos e incitarlos a violentar las leyes.
Pero, no todo es miel sobre hojuelas, puesto que los sistemas penitenciarios, no sólo en nuestro país, están lejos de cumplir el cometido para el que realmente fueron creados, pues en muy pocas o nulas ocasiones se logra reinsertar al autor de algún delito en la sociedad, no sólo porque la privación de la libertad trae en sí consecuencias graves, sino porque no se cubren los aspectos básicos del ‘castigo’ como lo es el análisis completo y real de su persona, aunado al hecho de que es encerrado con delincuentes peores o re-insidentes, con lo que de una u otra forma se verá obligado a imitar las conductas que lo mantengan a salvo.
Situaciones como las ocurridas recientemente en, Topo Chico o los hechos macabros que todos conocemos en los penales de Piedras Negras en Coahuila o Tamaulipas son resultado de la falta de atención en el tipo de prisioneros, sus perfiles y las motivaciones que los llevaron a delinquir, pero de eso hablaremos luego…
Por: María Reyes / @Agtsk_1