lunes, 9 de enero de 2017

Receta para un asesino serial (XIII)

Mató a decenas en Rusia.

“Yo fui como el padre de todos ellos, les abrí la puerta a otro mundo”
Alexander Pichushkin

Dentro de las corrientes criminológicas, sobre todo en la escuela creada por Cesare Lombroso, que además tuvo muchos adeptos se llegó a hablar del criminal nato, aquel que nace siendo psicópata, que no necesita aquellos ingredientes patógenos de los que se señalan en la triada homicida como lo son maltratos, abandono, burlas, etc., en este caso puede aplicarse parte de la doctrina de Lombroso.

Alexander Pichushkin nació el 9 de abril de 1974 en Mystishchi, Moscú y durante su infancia y casi hasta su vida adulta vivió con su madre y su hermana cercana, se le conoció como "El asesino del martillo" y fue sentenciado a cadena perpetua por el asesinato de 49 personas, perpetrados desde 1992 hasta junio de 2006 cuando fue arrestado, sin embargo declaró que en realidad había matado a 61 y que pensaba completar las 64 casillas de un tablero de ajedrez, sobre este punto cabe destacar que cuando las autoridades rusas inspeccionaron el departamento de Alexander encontraron un tablero con 61 casillas marcadas, pero en las investigaciones sólo lograron demostrar la muerte de 49 víctimas.

Pichushkin no tenía víctimas predilectas, mataba lo que se le pusiera enfrente, fueran mujeres, hombres e inclusive niños, invitaba a sus presas en un parque a tomar vodka, argumentando que había muerto una mascota y que estaba triste, cuando aceptaban, se dirigía a lo profundo del parque donde sacaba un martillo y asestaba golpes hasta abrirles el cráneo, para luego introducir una botella de cristal dentro de la herida.

Aseguró ante especialistas que deseaba batir el récord de un predecesor, famoso por su bestialidad, Andrei Chikatilo, como ya lo señalé, sólo lograron comprobar 49 asesinatos.

Fue arrestado gracias a un último crimen, la mujer con la que salía, dejó los datos de Alexander a su hijo y la información sobre a dónde se dirigía, fue así que se fue armando el caso para su arresto.

El 16 de junio oficiales de la fiscalía se dirigieron al domicilio de Alexander Pichushkin, al informarle la causa de la detención lo negó todo, les aseguró que estaban cometiendo un error, sin embargo, debido a la presión de quienes le interrogaban aceptó su culpa: “Sí, el hombre que ustedes buscan soy yo”.

Las primeras víctimas del loco del ajedrez no lograron ser localizadas, en las recreaciones, Alex les dijo cuál era su método para matar, usando las alcantarillas del parque Bitsa, donde años después fueron apareciendo por decenas los cuerpos de seres humanos que sólo habían sido reportadas como desaparecidas.

Los arrojaba al drenaje donde se desvanecían por la gran presión del agua, y a pesar de las exigencias del mismo Pichushkin para que se encontraran los restos, fue imposible: “Son unos vagos que no trabajan”, les decía a los investigadores mientras mostraba una verdadera rabia porque sentía que no se le reconocería lo suficiente.

“Durante 15 años, hice lo que se me vino en gana”, comentó a los criminólogos y psiquiatras forenses que lo entrevistaban, les confesó que su primera víctima había sido un compañero de la escuela a quien invitó a matar, a lo cual se negó y lo asesinó; su segunda víctima había sido un hombre que vagaba y lo llevó a su departamento, terminó arrojándolo por la ventana, cuando la policía investigó lo que había ocurrido, creyeron que había sido un suicidio y dejaron el caso.

A partir de ese momento, los deseos criminales de Pichushkin fueron en aumento, “ya no podía parar, nadie podía detenerme”.

¿Qué orilló a Alexander a dejar los cuerpos en sitios donde pudieran encontrarlos? La personalidad narcisista del asesino del martillo, lo obligaba a hacerlo de esta manera, caso contrario, nunca habría obtenido la fama que ansiaba.

Continuará…

Por: María Reyes / @Agnte_1

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