jueves, 24 de noviembre de 2016

Receta para un asesino serial (XI)



“Me siento humillado. La gente se burla de mi en el trabajo y en otras situaciones. Me he sentido degradado desde la infancia, y siempre he sufrido”
Andrei Chikatilo

Los bosques fueron los sitios elegidos por Chikatilo, lugares donde dejaba los cuerpos inertes, mordisqueados por él mismo en su locura de muerte. Más de ocho años estuvo asesinando personas, pasó de mujeres que se dedicaban a la prostitución a menores de edad, seres completamente inocentes.

Estos bosques por donde la bestia merodeaba fueron vigilados por la policía rusa, pero los medios no divulgaron información, como en muchos países, el gobierno logró controlar a la prensa, porque “estos crímenes podían pasar en cualquier lado, pero no en la Unión Soviética”, según mencionaría uno de los funcionarios del gobierno. Estos comentarios no eran tan fuertes como los mismos rumores de un asesino suelto, que violaba y asesinaba a sangre fría y con la más grande saña a sus víctimas, decenas de cadáveres reclamaban justicia, varios de ellos durante 12 años en que estuvo acechando a sus presas por todos los lugares a donde viajaba, cómo era posible que la policía no descubriera la existencia de un asesino en serie de esta naturaleza.

Muchos países -incluido el nuestro-, parecen ignorar la historia de la humanidad y tal pareciera que en cada situación esperan a última hora para analizar los detalles de cada delito, pues bien, Rusia no era la excepción, ya que Andrei Chikatilo con 54 años había comenzado a asesinar desde pasados los 40.

La hambruna que atravesaba la tierra natal de Chikatilo, fue el caldo de cultivo donde este sujeto alimentó toda esa rabia y un resentimiento sinfin, al parecer contra la sociedad que ya en su vida adulta, siguió sintiéndose abusado.

Los cuentos que le platicaba su propia madre acerca de la muerte de un hermano mayor, fue también factor importante, pero la gota que derramó el vaso fue su impotencia sexual que lo orilló a mantenerse alejado y más furioso contra la sociedad y la misma naturaleza. Esta furia sería descargada posteriormente contra sus víctimas que le recordaban que en algún momento de su vida estas personas le habían afectado, puesto que desde la adolescencia descubrió que no era capaz de realizar el acto sexual, así que Chikatilo cuando descubrió lo que le brindaba placer, no pudo dejar de hacerlo, con más de 50 años fue detenido cuando recién había asesinado a alguien.

El perfil de psicópata que perfectamente cubre Andrei fue el resultado de largos años de una vida llena de carencias, más aún si a ello le sumamos que se sentía castrado por la misma naturaleza, la sociedad comenzó a fastidiarlo -a decir de él mismo, desde su adolescencia, cuando intentaba socializar.

Quizá por eso buena parte de sus víctimas fueron niños, Chikatilo describió que en cuanto estaba a solas con ellos no podía contenerse y le era necesario establecer su dominio, para ello, les asestaba un golpe para inmovilizarlos, enseguida los ataba y comenzaba a acuchillarlos, ahí era cuando las erecciones surgían.

De acuerdo a los estudios realizados por la psiquiatra Hilda Marchiori, este es el tipo de psicópatas más terribles, aquellos que llevan implícito el ataque sexual una vez que han dominado a sus víctimas, la sensación de poder que experimentan los lleva a cometer estos hechos aberrantes una y otra vez. Algunos asesinos reincidentes entrevistados, señalan que decidir sobre la vida de alguien más es una experiencia inigualable, mucho más que consumir drogas.

El sello de Chikatilo era la extirpación de los ojos, ello con la intención de no ser descubierto pues en la Unión Soviética era parte de las supersticiones populares creer que en un hecho de esta naturaleza, la imagen del asesino quedaba grabada en los ojos de la víctima, a lo anterior le añadía la mutilación de los pechos en el caso de las mujeres, y cuando se trataba de varones les cortaba los genitales, en ocasiones con la boca.

Andrei, como muchos de su especie, culpó a otros de sus hechos, se ofendió cuando lo arrestaron a pesar de que sabía la razón, su tendencia narcisista lo llevó a creer que por el tipo de crímenes se convertiría en un sujeto de estudio, narró los detalles de los asesinatos y fueron grabadas por la policía las reconstrucciones de los hechos con la ayuda de un maniquí. Colaboró también en la localización de otros cuerpos que no habían sido descubiertos por la autoridad.

Aunque la “Bestia de Rostov” deseaba que se le juzgara de loco, en el juicio no fue considerado como tal, el psiquiatra lo describió como sádico y totalmente cuerdo. En el juicio fue el deleite de la prensa, el primer día se le pudo fotografiar en el cubículo de metal hojeando una revista porno, días después se bajó los pantalones y se dirigió a los medios y al público gritando: “Fíjense qué inutilidad. ¿Qué piensan que iba a hacer con esto?".

Continuará…

Por: María Reyes / @Agnte_1

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