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Es obligatorio hacer un alto, es merecido para quien ha muerto por sus letras, hay que hablar de Javier, sí, Javier, ¿ya lo leyeron?
Cientos de periodistas en las calles exigen el esclarecimiento del asesinato de Javier Valdez Cárdenas, y tienen razón, el gobernador de Sinaloa ha dado como respuesta crear una fiscalía especial, la misma farsa creada para los casos en los que ya saben quiénes son los responsables, pero quieren cerrarte la boca una vez más para que dejes de estar chingando, haciéndole mala fama a los gobiernos ya de por sí sordos.
Javier escribió muchos meses atrás "Los huérfanos del narco", una obra en la que puso nombres y dio voz a quien no la tenía, hoy pocos medios lo hacen, ni siquiera los más reconocidos como Carmen Aristegui, Luis Cárdenas o López-Dóriga, no, no es noticia porque ya pasó hace mucho, en ocasiones ni siquiera te reciben, y te echan sin más porque consideran que ya no les dará público aunque no conozcan la historia, pero Javier -con la serenidad y la sencillez que lo caracterizaban- oía atento todas las vidas, porque para él los desaparecidos de años seguían siendo noticia, esas voces que eran olvidadas seguían siendo noticia.
Los compañeros que salieron a la calle dejarán de hacer ruido en unos días o semanas, es el ciclo de la vida y Javier lo sabía. “Mátennos a todos”, decía en uno de sus últimos twits, "mátennos a todos por lengua larga y por narrar este infierno". Un enorme infierno, las muertes no se han desatado por la guerra contra el narco que tanto le reprochan a Calderón, no, no busquemos disfrazar el problema, esta sangre derramada es esa maldita cosa que todos llevamos muy dentro, ese maldito cáncer que a veces brota y en ocasiones se esconde tan adentro que no lo vemos ni sentimos, se llama maldad, ambición de poder desmedido, se llama materialismo, se llama valemadrismo, no sólo de las nuevas generaciones, sino de muy atrás.
Desde siempre el pueblo mexicano ha tenido un gusto enfermo por la masacre, por el olvido, por la queja, por no querer hacer nada y eso lo vengo pensando desde analizar detenidamente el libro "El Quinto Sol", sin recordar al autor, me ha quedado grabada esa desgracia del mexicano, voltear al otro lado, echarle la culpa a todos sin asumir la parte que nos toca.
Comodísimo es decir, es la guerra contra el narco, ese Calderón es un genocida, son las autoridades. No, no y no, si bien es cierto que el Estado es responsable de la seguridad el país, también es verdad que como gobernados tenemos obligaciones, una responsabilidad moral a la que venimos dándole la vuelta sexenio tras sexenio. Criticarán y dirán que defiendo al sistema, no, como a la gran mayoría, el sistema me ha sido infiel, como a muchos, el sistema me ha mandado a la mierda y no les creo una madre, pero ellos no han sido responsables de las decisiones que tomamos en el día a día, la criminalidad brota con tanta fiereza, que nos ha tomado por sorpresa, sin embargo sabíamos que estaba ahí, Javier sabía que estaba ahí y la retrataba con ahínco, apasionado no sólo por el estilo periodístico que abrazaba sino por la vocación del sociólogo que lo seguía como sombra y estoy convencida de que no hubiera querido una fiscalía especial para buscar quien lo mató, él sabe que está muerto y el que lo mató también lo sabe, y si alguien lo mandó liquidar, también lo sabe.
No son necesarias las fiscalías especiales, nada de Feadle, Fevimtra, Fepade, ciegas, sordas inútiles, miren que se viola el derecho a los demás, nadie es más importante que otro y eso Javier lo sabía también, como periodista, escritor y sociólogo, porque también están los desaparecidos, los asesinados, las víctimas de asalto, de violación, y luego los periodistas silenciados, los que huyen, los que nunca vuelven a ser ni hacer lo que eran y hacían, esa también es una forma de morir, nos son más importantes las mujeres que los hombres, pues como escribiera Spinoza, todos conformamos un cuerpo, el hombre ocupa al hombre, somos esta sociedad dividida que exige privilegios quienes hemos dado forma al terror de Thomas Hobbes, el hombre es el lobo del hombre...
¿Qué hace falta? Que las autoridades trabajen, que en lugar de marchas nos demos voz y estudiemos las leyes de nuestro país, no es el nuevo sistema penal acusatorio, es el factor humano, como siempre lo ha sido, y ese factor humano no cambiará con cursos de actualización porque ya hay conductas establecidas, sí, también los periodistas que han callado, también ellos están muertos, ¡y por ellos nadie dice nada! ¡Es que una bolsa en la cabeza, un arma en la cabeza lo cambia todo! No hacen falta fiscalías especiales, hace falta la aplicación de la ley.
Por: Lourdes Guerrero / @Agnte_1