viernes, 21 de abril de 2017

Hay más sótanos en Aquismón


Los sótanos de El Progreso en Aquismón: La Guacamaya, La Joya y El Lorito, están a unos metros de la carretera y a iniciativa de Gabriel Torres Domínguez y Elpidio González Pérez, dos entusiastas promotores del turismo en la localidad, el Ayuntamiento a través de la Dirección de Turismo y Cultura y con el apoyo de la Dirección de Comunicación Social, ha iniciado la promoción del lugar.

En primer término, se acudió a la comunidad para conocer los tres sótanos que ahí se encuentran y que son el principal atractivo; de momento se puede llegar a ellos para su observación, pero existe la intención de apoyarles en un futuro, y una vez contando con el equipo y la capacitación especializada, ofrezcan también descensos a rapel.

Con la diversidad en la fauna que tiene Aquismón, y siendo éste un municipio pródigo en oquedades, no resulta raro descubrir que en El Progreso, apenas a unos minutos de la carretera asfaltada, se pueda tener el acceso a tres sótanos con un espectáculo de aves que no le pide nada a Golondrinas o a Huahuas; eso sí, desprovistos de cualquier aglomeración.

Parecidos entre sí, pero de profundidades diferentes, las simas aguardan a 500 metros de haber dejado la ruta pavimentada que lleva desde La laja, y que pasa luego por San Miguel y Linja, viniendo desde la cabecera municipal, distante una media hora en transporte. Después de dejar los últimos caseríos –hacia el norte- nos internamos por un leve ascenso pedregoso.

Rumbo al poniente, sobre un sendero sombreado, rodeados por la selva poco frecuentada, el bullicio de los pájaros enmarca el andar, hasta que descubrimos detrás de la vegetación, la enorme boca de Las Guacamayas, de unos 30 metros de ancho en su parte más amplia. La profundidad fácilmente supera los 100.


Su forma es ovalada, muy parecida a la de Huahuas; la similitud crece cuando miramos al fondo, inclinado, y observamos el color verde oscuro, producto de la vegetación. Por si fuera poco el parecido, en esa negrura contrasta el revoloteo verde fluorescente de las “quilas” (pequeña especie de loros), cuyo parecido con las guacamayas la da el nombre al sitio.

Los vencejos (o golondrinas, como les llaman los lugareños) están por doquier, saliendo en espiral, pero sin el ruido de la multitud como sucede en otros lugares. Podemos pasar minutos, incluso horas, dejándonos envolver por la tranquilidad, hasta que Gabriel Torres y Elpidio González –los principales promotores de estas nuevas bellezas- nos recuerdan que hay más por ver.

Así llegamos a pocos minutos a “La joya”, de un centenar de metros; y de regreso nos desviamos un poco, para conocer El Lorito, el tercero de los sótanos, de unos 75 metros. Ambos, complementan el trío de abismos, al que pocos acuden para deleitarse con su espectáculo o para practicar rapel, pero que están ahí, a la espera de ser visitados en su inmensidad y belleza.

Fuente:
Ayuntamiento de Aquismón

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