martes, 11 de julio de 2017

Receta para un asesino serial (XXII)

Mató con saña a prostitutas.

Extremadamente hábil y evasivo, el asesino serial Jack Unterweger era frío, calculador y suspicaz, rasgos típicos del trastorno de personalidad narcisista que cautivaba, como antes mencioné, a sus víctimas. Tal vez quería acabar con su pasado, borrando a las prostitutas de la faz de la tierra porque le recordaban a su madre. Tal vez lo disfrutaba, todo el proceso era un deleite, desde la planificación hasta la ejecución del hecho, eran fases que no podía dejar pasar.

No negó el hecho cuando fue detenido por segunda vez, de que había asesinado a otros seres humanos, tampoco pidió perdón, porque no tenía la necesidad de hacerlo, el psicópata no siente.

Estudios realizados por psiquiatras forenses en Estados Unidos, han revelado que la corteza pre-frontal del cerebro, encargada de regular las emociones, no funciona de la misma manera en las personalidades psicopáticas, como funcionaría en personas normales. Esta característica es comparada con las personas que padecen el espectro autista, no llevan consigo las llamadas neuronas espejo que son las responsables de generar un reflejo automático ante una sonrisa, o un gesto de aprobación o desagrado, un saludo de cortesía en la calle, es lo que nos hace socializar con el resto de nuestros congéneres. Otro estudio, realizado por el reconocido psiquiatra Michael Stone, señala que los psicópatas que tuvieron una infancia rodeada de violencia, soportan más el dolor que una persona con una vida normal, es por ello que el dolor de sus víctimas no les genera ningún sentimiento.

El FBI maneja una cifra alarmante de asesinos violadores, un 75% no logra rehabilitarse y el 25% restante está en duda. Ha habido violadores conscientes de esta anomalía en su persona, algunos cautos han optado por la castración química, esto es, el consumo de algunos medicamentos para inhibir sus instintos más básicos, y reducir la acción de la líbido en su cerebro, otros más extremos eligieron la castración física.

En México, la cultura es distinta, si algo similar se propusiera seguramente saldría a flote el tema de los derechos humanos y demás, es todo un debate, puesto que nuestra cultura machista no guía a los hombres a ser conscientes del problema, antes bien hay quien incluso diría que el fenómeno de la prostitución es necesario, un mal necesario, un filtro que impediría las violaciones, casi asegurando que estas mujeres merecen la violación, el maltrato y el asesinato, al aseverar que inhiben delitos, es como señalarlas de desechables.

Pues bien, para hombres como Jack Unterweger, estas mujeres eran eso, personas desechables, nunca llegó a verlas de diferente manera, por eso las violaba y las mataba con tanta saña, la forma en que lo hacía revelaba su propio conflicto existencial, se ahorcó haciendo nudos la cuerda que usaría para acabar con su vida, de la misma manera en que hacía a las jóvenes, se suicidó antes de un segundo juicio, supo que nada ni nadie podría salvarlo esta vez.

Pero reflexionemos, ¿es verdad? ¿Es este fenómeno tan grave necesario? ¿Son estas mujeres merecedoras de una esclavitud tal, en pleno siglo XXI? Porque ciertamente son ellas las víctimas más vulnerables, muchos asesinos las eligen, pueden hacer de ellas lo que quieran y la autoridad no volteará siquiera porque muchas de ellas desaparecen sin que se sepa jamás de su paradero, sin que nadie denuncie porque no son originarias del lugar donde ejercen este triste oficio, y porque nunca, o casi nunca, hay el presupuesto suficiente para culminar las investigaciones satisfactoriamente.

Continuará...

Por: Lourdes Guerrero / @Agnte_1

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