Un buen ser humano. |
Un día, en una reunión con los mandos regionales en el búnker de Constituyentes -un complejo bajo tierra, capaz de soportar cualquier ataque-, el entonces comisionado nacional de Seguridad, doctor Manuel Mondragón y Kalb contó que cuando llegó al cargo nombrado por el presidente Enrique Peña Nieto pidió los 20 mejores currículums de todo el país para elegir de entre todos ellos, al nuevo comisionado general de la Policía Federal.
Y entonces dijo que se decantó por el potosino Enrique Francisco Galindo Ceballos, quien, por lo tanto, llegó a ese puesto por méritos propios.
De ese tamaño es la capacidad y talento del hoy ex mando de la PF, un hombre firme pero afable, esforzado, planificador y eficaz.
Galindo no iba a ser eterno al frente de la Policía Federal. Sobrevivió a Mondragón, a Monte Alejandro Rubido y casi a Renato Sales Heredia, como titulares de la CNS, un órgano dependiente de la Secretaría de Gobernación, desde que la llegada de Peña al poder Ejecutivo convirtió a esta secretaría a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong en la rectora de la seguridad pública y la prevención del delito.
Según el presidente, con esta medida habría un control de la máxima preocupación de los mexicanos: la inseguridad, pero con decisiones políticas.
¿Qué ha sucedido? Tres titulares de la CNS en cuatro años de gobierno. Si Galindo permaneció fue porque, como visualizó Mondragón, era el mejor para ese puesto. De hecho, aunque sí vivió otros momentos de crisis, Galindo ya no era sostenible luego del demoledor informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que afirmó, policías federales ejecutaron a 22 presuntos delincuentes en Tanhuato, Michoacán.
Y Galindo tenía que pagar las consecuencias políticas, no por un acto de él en sí mismo, sino por las pifias de sus ex jefes el presidente Enrique Peña y Miguel Ángel Osorio, que en este momento viven presiones peores que una olla exprés en su máximo punto de ebullición, por escándalos de todos conocidos.
Lástima por el potosino, un hombre que todo el tiempo estaba presto para atender la seguridad pública federal en todo el país y quien aprovechó todos los recursos que tuvo a la mano -muy cuantiosos, en infraestructura, equipo, humanos y económicos- para sacar adelante su encargo, no para aprovecharse de él.
Quienes lo conocen, aunque sea un poco, saben que no es corrupto y antes al contrario, tener calidez humana.
Sus credenciales deben seguir intactas y le tendrían que alcanzar para volver a escena. ¿Cuándo? Cuando se den los tiempos, pero seguro volverá.
Y entonces dijo que se decantó por el potosino Enrique Francisco Galindo Ceballos, quien, por lo tanto, llegó a ese puesto por méritos propios.
De ese tamaño es la capacidad y talento del hoy ex mando de la PF, un hombre firme pero afable, esforzado, planificador y eficaz.
Galindo no iba a ser eterno al frente de la Policía Federal. Sobrevivió a Mondragón, a Monte Alejandro Rubido y casi a Renato Sales Heredia, como titulares de la CNS, un órgano dependiente de la Secretaría de Gobernación, desde que la llegada de Peña al poder Ejecutivo convirtió a esta secretaría a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong en la rectora de la seguridad pública y la prevención del delito.
Según el presidente, con esta medida habría un control de la máxima preocupación de los mexicanos: la inseguridad, pero con decisiones políticas.
¿Qué ha sucedido? Tres titulares de la CNS en cuatro años de gobierno. Si Galindo permaneció fue porque, como visualizó Mondragón, era el mejor para ese puesto. De hecho, aunque sí vivió otros momentos de crisis, Galindo ya no era sostenible luego del demoledor informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que afirmó, policías federales ejecutaron a 22 presuntos delincuentes en Tanhuato, Michoacán.
Y Galindo tenía que pagar las consecuencias políticas, no por un acto de él en sí mismo, sino por las pifias de sus ex jefes el presidente Enrique Peña y Miguel Ángel Osorio, que en este momento viven presiones peores que una olla exprés en su máximo punto de ebullición, por escándalos de todos conocidos.
Lástima por el potosino, un hombre que todo el tiempo estaba presto para atender la seguridad pública federal en todo el país y quien aprovechó todos los recursos que tuvo a la mano -muy cuantiosos, en infraestructura, equipo, humanos y económicos- para sacar adelante su encargo, no para aprovecharse de él.
Quienes lo conocen, aunque sea un poco, saben que no es corrupto y antes al contrario, tener calidez humana.
Sus credenciales deben seguir intactas y le tendrían que alcanzar para volver a escena. ¿Cuándo? Cuando se den los tiempos, pero seguro volverá.
El ex mando de la PF dio las gracias a través de su cuenta de Facebook. |